El costo de vida en Argentina sigue en ascenso y La Rioja no es la excepción. Según el último relevamiento de precios en la región, una familia tipo —dos personas adultas y dos menores— necesitó $1.170.000 para no caer bajo la línea de pobreza. La cifra la reveló un informe elaborado por el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana.
Además, se determinó que para no ser indigente se precisaron $513.000.
La canasta básica total, que contempla alimentos, transporte, vestimenta, salud, educación y servicios esenciales, aumentó de manera constante en los últimos meses.
Para no ser indigente se precisaron $513.000. Este número es el que determina la línea de indigencia también para una familia de cuatro integrantes, siempre sin tomar en cuenta el costo de los alquileres.
Esto significa que cualquier hogar cuyos ingresos estén por debajo de ese número está en riesgo de no poder garantizar una alimentación adecuada. En otras palabras, sin ingresos mínimos de medio millón de pesos, una familia riojana cae en la indigencia.
En julio, el valor de la Canasta Básica Total en La Rioja alcanzó esa cifra, según un relevamiento realizado por el “Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana” junto a “Libres del Sur”. El estudio se llevó a cabo en 125 comercios de la ciudad Capital —excluyendo supermercados— y evaluó las variaciones de precios de 57 productos, sin considerar el costo del alquiler de vivienda y focalizado en negocios de cercanía.
De acuerdo con el informe, en lo que va del año la línea de pobreza subió $201.252, ya que en diciembre de 2024 la Canasta Básica Total se ubicaba en $969.348. En cuanto a la Canasta Básica Alimentaria, su valor en diciembre pasado era de $425.152 y aumentó $88.269 en los primeros siete meses del año. (Fuente: economiariojana.com.ar)
En términos concretos, cada mes cuesta más sostener una vida digna. Las familias enfrentan decisiones cada vez más difíciles: reducir porciones de comida, retrasarse en el pago de servicios, o dejar de comprar medicamentos. Este contexto afecta especialmente a los sectores más empobrecidos, pero también alcanza a trabajadores formales cuyos sueldos quedaron desfasados.
Es fundamental visibilizar estos datos y fomentar un debate informado sobre las condiciones materiales de vida de nuestra comunidad. Porque detrás de cada número hay personas, y el acceso a lo básico debería ser un derecho garantizado, no un lujo.