UNA FAMILIA TIPO RIOJANA NECESITÓ MÁS DE $1.146.000 EN MAYO PARA NO SER POBRE

El costo de vida en Argentina sigue en ascenso y La Rioja no es la excepción. Según el último relevamiento de precios en la región, una familia tipo —dos personas adultas y dos menores— necesitó $1.146.871 en mayo de 2025 para no caer por debajo de la línea de pobreza, representando una suba de más de $26.000 respecto a abril.

Este dato1 refleja una realidad cada vez más difícil de afrontar para la mayoría de los hogares riojanos: el salario mínimo vital y móvil, que en mayo se mantuvo en $302.600, no alcanza ni para cubrir un tercio de ese monto. Hoy, se necesitan casi cuatro salarios mínimos solo para cubrir las necesidades básicas.

La brecha entre ingresos y gastos esenciales

La canasta básica total, que contempla alimentos, transporte, vestimenta, salud, educación y servicios esenciales, aumentó de manera constante en los últimos meses. 

En tanto, la Canasta Básica Alimentaria (CBA) se ubicó en $503.013. Este número es el que determina la línea de indigencia también para una familia de cuatro integrantes, siempre sin tomar en cuenta el costo de los alquileres.

Esto significa que cualquier hogar cuyos ingresos estén por debajo de ese número está en riesgo de no poder garantizar una alimentación adecuada. En otras palabras, sin ingresos mínimos de medio millón de pesos, una familia riojana cae en la indigencia.

Programas sociales congelados y empleo en retroceso

A este escenario se suma otro dato preocupante: los programas de asistencia social no se actualizan desde noviembre de 2023, manteniéndose en $78.000 mensuales. Esto implica una pérdida real de poder adquisitivo frente a una inflación acumulada que sigue impactando directamente en los precios de los alimentos, medicamentos y servicios.

Al mismo tiempo, y lo más grave es que no hay una política activa de generación de empleo, y en distintos sectores comienzan a registrarse recortes y pérdida de puestos de trabajo, lo cual profundiza la vulnerabilidad de miles de familias.

¿Qué significa todo esto?

En términos concretos, cada mes cuesta más sostener una vida digna. Las familias enfrentan decisiones cada vez más difíciles: reducir porciones de comida, retrasarse en el pago de servicios, o dejar de comprar medicamentos. Este contexto afecta especialmente a los sectores más empobrecidos, pero también alcanza a trabajadores formales cuyos sueldos quedaron desfasados.

Es fundamental visibilizar estos datos y fomentar un debate informado sobre las condiciones materiales de vida de nuestra comunidad. Porque detrás de cada número hay personas, y el acceso a lo básico debería ser un derecho garantizado, no un lujo.

 

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